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LAST CHANCE
LAST CHANCE
Debe haber alguien que este leyendo esto se siente un poco identificados con esto del tener que estar haciendo: estar bordando, estar dibujando… estar creando. En el colegio siempre me sentía un poco sola en esto y era de las que se sentía mucho más cómoda con una croquera y un lápiz, pero me doy cuenta que estamos en otros tiempos: no estamos solos tejiendo, dibujando o bordando, somos miles y millones y como a veces hay que agradecerles a las redes sociales hoy en día nos podemos conectar y compartir lo que hacemos.
Todo esto lo digo de manera introductoria porque muchas veces me han preguntado, como es que llegué al bordado en papel y mi respuesta va más o menos así: de chica mi mamá me enseñó a bordar en punto cruz, sin embargo tuve que bloquear estas memorias de mi cabeza durante muchos años porque mi madre querida siempre me retaba por mi desorden en el bordado y quedé con el trauma de una mamá maniática. Los años pasaron y yo- hija de mi madre- crecí a ser una maniática del dibujo. Mi obra se centra en dibujos de fotografías de álbumes familiares antiguos e imágenes de moda y puedo pasar horas en un chaleco o en una planta. Dibujé durante años en grafito y luego empecé a agregarle color a mis obras, era maniática así que me encantaba dibujar textiles: entre más complejo o detallado más lo disfrutaba pero no se cuando ni como, llegó un minuto en que el dibujo no fue suficiente. A todos los que somos manuales nos debe pasar lo mismo: empezamos a necesitar más y entonces miré los hilos de mi mamá con un poco de miedo y empecé a bordar mis dibujos, con muchas pruebas y errores…
Mi retorno al bordado no fue fácil, seguía siendo desordenada para bordar. Mi primer dibujo bordado tenia tantos nudos por atrás que no quedaba plano en la mesa y mi mamá me miraba con desapruebo “¿pero qué vas a hacer con eso? están bonitos pero muy desordenados” y tratando de no desesperarse agregaba “mira esos puntos cruz algunos palitos van para allá y otros para acá” y es aquí que las redes sociales me ayudaron, porque aunque me gustaban mis nudos desordenados necesitaba una aprobación que validara mi obra. Le escribí a una amiga que hacía clases de tejido y bordado y a la cual seguía por instagram y le conté mi dilema y ella se río un poco y me dijo que los tiempos estaban cambiando, que sí, nuestras mamás eran de la escuela del orden y los reveses pulcros pero que ahora el bordado había evolucionado y había cabida para mi caos y desorden… y fue increíble, no sólo me sentí validada sino acompañada, ¿quizás cuántas como yo habían vuelto a bordar y no se estaban atreviendo por que sus reveses eran una maraña de nudos como los míos?
Hoy en día me encanta mi desorden, es más , me gustan tanto mis reveses caóticos que los empecé a incorporar en mi obra y saben que … son mucho más yo y hacen que mi obra se sienta mucho más única, así que los invito a hacer lo mismo, a mirar todos esos hilos torcidos, y nudos sin pies ni cabeza y aceptarlos como parte de sus creaciones. Cuando veo los trabajos de bordado en papel de mis alumnos son estas cosas las que los separan los unos a los otros, es la personalidad de cada uno, la que movió el hilo de un lado a otro, la torpeza y la manía, todo esto se refleja en sus trabajos y los hacen propios, nadie más pudo haber hecho eso… mucho menos una máquina.
Si tal como yo, están buscando ampliar su mundo de manualidades los invito a seguirme @domischg y estar al tanto de mis diferentes workshops y talleres de bordado en papel que en conjunto también realizamos con @revesderecho.
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