- Has creado un universo mágico, lleno de maravillosos personajes ¿Sientes que tu infancia marcó tu manera de crear?

Creo que fue una de las etapas más importantes de mi vida. Fui un niño muy cuidado y rodeado de amor. Crecí en Ovalle, un pueblo campesino de la Cuarta Región. Recuerdo los cuentos que me contaba mi abuela y mi mamá; los libros, los dibujos. Yo me imaginaba dentro de ellos. Leíamos todas las noches, hasta que llegó un momento en que ya no teníamos más libros en la casa. No teníamos internet y tampoco habían tantos libros en la Biblioteca del pueblo, entonces mi mamá, y también mi papá, me empezaron a inventar cuentos. Yo volaba con esas historias. Cuando mi mamá empezó a trabajar, me cuidaba mi abuelita. Ella era una mujer de pueblo, dueña de casa y campesina. Andaba siempre con su faldita hasta la rodilla, con sus medias arrugadas en los tobillos, con sus zapatitos de abuela y su delantal. Siempre tenía un pañuelo en el bolsillo porque me salía sangre de narices. Fui un niño muy enfermizo y ella era muy supersticiosa y devota, me decía que le rezara a la Virgencita para alentarme y cuando lo hacía, me sentía mejor. Para mí habían cosas mágicas y todo eso, sin dudas, ha desencadenado este trabajo tan creativo, y que gozo tanto, que es escribir y tejer.

"EL PERSONAJE QUE ELIJO PARA TEJER, LO QUE ESCRIBO, TODO, TIENE QUE VER CON EL MOMENTO LITERARIO QUE ESTOY VIVIENDO".

- ¿Cuándo te encontraste con el crochet?

Empecé a tejer en la Universidad, porque me tocó paro y me aburrí. Yo ya había visto a mis tías tejiendo; a mi Tía Rosa y a mi Tía Nana. Esa vez a los veinte años, vi un amigurumi de Lalylaland en Pinterest y dije: yo tengo que tejer esto. Me puse a averiguar cómo hacerlo y lentamente aprendí. Me gustó tanto que no paré más, porque con el amigurumi puedo tejer los personajes y las criaturas que están en mi imaginación.

- ¿En qué momento decidiste que te dedicarías a tejer?

La verdad nunca pensé en dedicarme a tejer 100%. Yo soy profesor, hago clases de Literatura y Filosofía a adolescentes en un colegio de Ovalle. Cuando empecé a tejer, quería compartir lo que estaba haciendo y me puse a subir fotos a Instagram, era para mostrarlas nomás, sin buscar nada. Pero de a poco, esto comenzó a tomar otro rumbo, no sé cómo, fue muy abrupto. Ahora tengo poquitas horas como profesor porque me costaría dedicarme totalmente a la pedagogía y tener que dejar de hacer todas las otras cosas que me gustan. Hoy puedo decir que tejer es el 90% de mi fuente laboral.

- ¿Cómo nace la idea de crear al Príncipe del Crochet?

Yo siempre tenía en mi imaginario a este Príncipe, estaba en mis juegos. De hecho cuando estaba en el colegio jugaba con una amiga a que éramos de la realeza, ella era la reina, otro compañero era el rey, y yo era el príncipe. Todo esto calzó con el hecho de que en el tejido la mayoría son mujeres y por supuesto que el lenguaje estaba dirigido a ellas. Cada vez que veía una publicación decían: “tejedoras, chiquillas, para todas las que quieran sumarse”, es como lo contrario a lo que pasa en el resto de las cosas, en que todo está dirigido a los hombres. Entonces yo tenía que buscar una palabra, que dejara ver que era un hombre el que estaba tejiendo. Y me calzó la palabra Príncipe, porque es una palabra masculina. Y le puse del crochet por ponerle algo más. Ahora ya no me gusta tanto, pero partió así y le tengo mucho cariño al nombre.